Se caracteriza por una molestia en el pecho, con un aumento de las pulsaciones, acompañado con una sensación de asfixia, muerte inminente y miedo. En ocasiones aparece la sensación de hormigueo o adormecimiento de las manos, pies o cara. Suele visitar a las personas acostumbradas a contener las emociones. Después de mucho tiempo, esas emociones se acumulan hasta el punto de estallar. Entonces, las personas con crisis de pánico (que por lo general en su vida han sido muy controladas y constreñidas) experimentan un súbito descontrol intenso, una falta de aire que las hacen sentir que se mueren, una falta de sostén que las hace sentir que se vuelven locas.
Pero eso no pasa . Como el cuerpo e sabio, avisa. Avisa que llegó el momento de dejar de contener las emociones. Emerje, como un volcán la rabia y la pena cuando menos corresponde. Por lo general es en una situación indeseada, como en una evaluación o en el transporte público.
La crisis de pánico lejos de ser una enfermedad, es una oportunidad.
Una crisis es siemre una oportunidad de crecer y de comprender cómo el cuerpo nos habla.