Trastorno por estrés post- traumático (TEPT)

Muchas veces nos toca vivir experiencias traumáticas siendo adultos. Éstas pueden ser una agresión, un accidente automovilístico, un episodio de violencia doméstica, un desastre natural, una agresión sexual o simplemente una mala noticia. Cuando esto sucede, por lo general es una vivencia emocional mucho más intensa de lo que estamos preparados para experimentar, y podemos sentir cómo cambia la rutina a la cual estamos acostumbrados. Aparecen reminiscencias o “flashbacks”  en estado de vigilia, y pesadillas mientras dormimos.  Aparece también una sensación de ansiedad generalizada, nerviosismo, irritabilidad, inestabilidad emocional, miedo o rechazo por situaciones que antes no representaban un problema. La persona que está experimentando las primeras secuelas de un trauma intenta evitar  aquellas personas, lugares o pensamientos que nos hagan recordar el hecho.

 

En este cuadro existe un ánimo deprimido,  – sentimos que algo cambió, y la calidad de vida se empobrece- a veces aparece la culpa o la rabia como una emoción central, tanto hacia uno mismo o hacia otros, dirigida a lo relacionado con el suceso, por ejemplo hacia cierto tipo de personas. Pueden presentarse también síntomás físicos, como falta de energía, mareo y desmayos.

 

Este Motivo de consulta se suele trabajar principalmente y de ser necesario alguna terapia complementaria. Las personas que se mantienen en el tratamiento (que a momentos puede ser desafiante) tienen una mejoría relativamente rápida. El terapia consiste en acercarse cautelosamente al tema y que el paciente logre a su ritmo poder hablar de aquello que lo asusta o lo hace sentir enrabiado. Muchas veces se deben ocupar otras técnicas que permitan disminuir los niveles de ansiedad para trabajar de manera óptima.