Son miedos irracionales a temáticas más o menos específicas. Se expresan con una sensación de irritabilidad, miedo, ansiedad y ganas de evitar lo temido. Esto puede referirse a un animal, objeto, situación específica o un concepto abstracto en particular, por ejemplo temer a los perros, a subirse a un ascensor, a asistir a una reunión social, o a morir, sólo por nombrar algunos. Se han descrito alrededor de 500 fobias, pero éstas se presentan de manera única en cada persona, por lo que no existe un número exacto de fobias posibles.
Generan una activación anticipatoria del sistema neurovegetativo (stress) y conducta de evitación o escape. Estos componentes generan alteraciones que afectan profundamente el bienestar y la calidad de vida, expresándose en limitaciones para llevar una vida normal.
Las fobias aparecen de una experiencia, esta experiencia puede consistir en una exposición a lo temido, o bien se puede aprender por observación de la fobia de otro a dicho objeto, situación o concepto. Es por esto que las fobias se aprenden.
Muchas veces se presenta que la persona que padece la fobia no tiene recuerdos de haber experimentado una vivencia fuerte con aquello que teme. Esto sucede porque la persona pudo haber tenido una experiencia muy temprana, siendo un lactante o bien por que el objeto que se representa con el miedo está enmascarando otro elemento inconsciente que nuestra mente no se siente preparada para asimilar. Por ejemplo, una persona enfrentada a una situación traumática, debido a lo brutal de la experiencia puede distraerse observando cualquier elemento presente, o simplemente pensando en algo. Estas asociasiones se instalan en nuestro comportamiento y pueden constituir un camino sinuoso a descubrir qué es lo que realmente construye y fomenta la fobia. Cabe destacar que la situación traumática puede ser real o imaginada, por ejemplo un bebé que se asusta con un objeto inofensivo, o un ruido de la casa que lo pone en estado de alerta y amenaza.
Muchas veces una fobia nos puede ayudar a lidiar con algunas cosas con las que nuestra mente conscientemente no puede. Es nuestro cerebro defendiéndose de algo que le resulta insoportable. Por esto que la terapia resulta útil en estos casos. Esta ayuda, por medio de contar con un espacio seguro en el cual poder hablar y enfrentarse progresivamente a aquello que nos resulta temido, a entender que no existe una amenaza real, la naturaleza del miedo y cómo nos puede ayudar tener la posibilidad de experimentarlo.