Todos nos relacionamos con la comida de manera única. Hay personas que viven para comer y personas que comen para vivir, y disfrutan mucho más con otras cosas. Hay personas para las cuales la comida es una oportunidad de reunión, y hay quienes evitan comer frente a otras personas. Para todos comer representa un “tema”.
Muchas veces podemos tener una relación no placentera con la comida y esto puede ser poco saludable, dado que la nutrición es necesario para mantenernos con vida. Por otro lado, ha sido demostrado que la alimentación tiene una profunda relación con nuestro estado de ánimo.
Ciertos hábitos alimenticios pueden transformarse en verdaderos problemas para algunas personas. Tanto como para quienes los presentan, como para las personas que los rodean. Muchas veces la alimentación tiene mucho que ver con como percibimos al mundo y a nosotros mismos, es por esto que la alimentación es mucho más que la ingesta. Una de las manifestaciones modernas más usuales de este tipo de problemática es el sentimiento de culpa asociada a la acción de comer, y se expresa comiendo en exceso o dejando de comer.
Es sin duda el factor psicológico un elemento que juega un papel crucial en la configuración de estos cuadros. Cuando el acto de comer deja de ser una actividad placentera y se transforma en una verdadera tortura, nos podemos ver muy beneficiados por una instancia terapéutica. El simple hecho de verbalizar puede significar un gran alivio. Además hay una serie de técnicas que pueden ayudar a educar y cambiar esta relación con la comida.
Un tratamiento que incluya profesionales de otras disciplinas, pueden ayudar a complementar de manera integral la terapia, siendo un enfoque diferente,lo indicado caso a caso.